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Dwight Evans también cedió paso a Miguel Cabrera

15/05/2022

Dwight Evans Foto: Getty Images

José Luis López | Prensa LVBP

Caracas.- Miguel Cabrera no se cansa de hacer historia. Cada semana se encarga de pavimentar en tramos apreciables, la autopista que construye entre su Maracay natal y Cooperstown, hogar del Templo Inmortal del beisbol.

Más allá de los 3 mil hits, de sus 500 jonrones y 600 dobles, Miguel engorda sus logros principalmente en turnos, juegos realizados, extrabases, empujadas, anotadas, sencillos, boletos, ponches y bases alcanzadas.

Recientemente superó los 2.606 juegos en los cuales intervino el jardinero Dwight Evans, quien por casi 20 años fue custodio del jardín derecho de los Medias Rojas de Boston. Ello le adjudicó el lugar número 41 del rubro, para ese momento.

Evans, en la temporada 1972-1973, vino a Venezuela como prospecto de los patirrojos y de la mano de Luis Aparicio, a la sazón mánager del Cardenales de Lara.

En aquella campaña, el jardinero nacido en Santa Mónica, California el 3 de noviembre de 1951, buscó en la LVBP pulir las herramientas que le permitieran sembrarse en la diaria alineación del Boston.

El proceso había comenzado el 16 de septiembre de aquel 1972, a la joven edad de 20 años. Y en aquellas dos primeras semanas mostró los dientes de leche propios de un futuro y eficaz grandeliga.

A su paso por nuestros estadios, Evans participó en 32 juegos, todos como jardinero central. 

Su actuación con Cardenales exhibió perfil numérico de 113 veces al bate con 34 hits, 17 anotadas, seis dobles, tres jonrones y 15 remolcadas para .301 puntos y .434 de slugging. Boston solo dio permiso para jugar medio calendario y Evans regresó a EEUU.

En 1973, se instalaría definitivamente en los jardines del Fenway Park, lugar en el cual permaneció hasta 1990. Al año siguiente pasó a los Orioles de Baltimore, equipo en el cual terminaría de redactar las anécdotas generadas por su paso por las Mayores.

Su definitiva línea ofensiva, luego de 20 años de trayectoria, culminó en .272/.370/.470 con llamativo OPS de .840 puntos. Cifras sazonadas por 385 vuelacercas y 1.384 remolcadas.

A estas habilidades con el madero, se le unía un fusil incrustado en su brazo. En la inolvidable Serie Mundial de 1975 contra los Rojos de Cincinnati, catalogada como una de las dos mejores de la historia, protagonizó una jugada digna del evento. Le llegó a un batazo de Joe Morgan y sobre la marcha disparó a la inicial para producir una espectacular doble matanza. Esa jugada fue el aperitivo del famoso jonrón de Carlton Fisk, que terminó por definir aquel infartante sexto juego.

En el aludido torneo 1972-1973 de nuestra pelota, Evans vino acompañado por los lanzadores Dick Pole y el zurdo Bill Lee, quienes al igual que el jardinero fueron a ocupar puestos de vanguardia en el pitcheo patirrojo. Boston le entregó a Luis Aparicio a aquellos diamantes que demandaban por la debida pulitura. Bajo la pupila del futuro Salón de la Fama, se logró el objetivo.

Tan satisfechos quedaron los Medias Rojas con aquel trabajo, que para la temporada 1973-1974 le confiaron al campocorto Rick Burleson. Aparicio se encargó de afilar al joven colega. En la primavera de 1974, Boston daría de baja al venezolano para darle la custodia de la grama corta a Burleson. Cachicamo trabajó para la lapa y Aparicio tomó la senda del retiro.

Volvemos a la idea que inspiró estas líneas y nos encontramos con un Miguel Cabrera que en estos días se nivela y supera a los Frank Robinson, Al Kaline, George Brett, Wade Boggs y Lou Brock, entre otras eternas luminarias.

En el caminó también se topó con Dwight Evans, quien siempre ha sido un agradecido de lo mucho que aprendió en nuestra liga. Y que pese no haber llegado a Cooperstown sobre los hombros de los periodistas, uno de esos colegas le juega una ficha. Se trata de Joe Posnanski, nada menos que miembro del prestigioso The Athletic, quien clasificó a Evans en el décimo lugar de una lista de los 100 mejores jugadores elegibles que no están en el Salón de la Fama.

Tal vez el Comité de Veteranos, ahora con nuevos compases en su repertorio, en algún momento haga justicia con un pelotero de muy alta entrega como lo fue Dwight Evans.

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